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9 causas de los berrinches de los niños.

Berrinches por frustración: Cuando un bebé empieza a desarrollar sus primeras habilidades motoras intenta llegar lo más lejos posible. Un niño que no consiga sus objetivos (andar, hablar, hacerse entender por la mamá) puede terminar frustrándose y recurriendo al llanto.

Obediencia: Cumplir órdenes y normas no es plato de gusto para los adultos ni para niños. Una orden, sobre todo si se da de forma agresiva, puede desencadenar un berrinche. La mejor opción para evitar una rabieta es intentar razonar con el niño, negociar y proponer alternativas.

Sobreexcitación: El exceso de estímulos marea y distrae, tanto que puede provocar un berrinche por parte del niño. Tener demasiados juguetes a su disposición o darle a elegir muchas opciones le harán perder la sensación de control y no podrá manejar la situación.

Probar su independencia: Al crecer los niños desarrollan sus habilidades e independencia y puede que consideren que ha llegado el momento de ponerlas a prueba. Una rabieta puede ser sólo una forma de comprobar la resistencia de los padres, por eso la firmeza y la seguridad son tan importante a la hora de controlarlas.

Falta de atención: La desbordante imaginación de los niños puede agitar incluso al padre más concienciado. Cuando perciben que no están siendo escuchados se puede desencadenar una rabieta, y lo mismo ocurre si centramos más atención en un niño que en otro, provocando sus celos.

Cólicos de los bebés: Los primeros meses de vida del bebé suponen, entre otras muchas tareas, aprender a distinguir los cólicos. Se trata de una de las dolencias más comunes y dolorosas para el bebé, que puede pasar horas llorando sin encontrar consuelo, aunque existen algunos trucos para aliviarlo.

El cansancio: Después de jugar y correr todo el día puede que el niño esta bajo de energías, algo de lo que muchas veces no son conscientes hasta que caen rendidos. El agotamiento puede derivar en una rabieta, sobre todo si han tenido que esperar o si les imponemos alguna orden, ya que están irritables.

Sueño: Para un adulto la falta de cansancio puede ser un grave problema, y lo mismo ocurre con los niños. Si un niño tiene sueño y no puede dormir acabará externalizando su cansancio a través de una rabieta, una de cuyas consecuencias suele ser precisamente que se quede dormido.

Hambre: Cuando un niño tiene hambre, o no le ofrecemos la comida que le gusta, se puede desencadenar un berrinche. En los bebés es muy común ya que carecen de otras vías para expresar esta situación, sobre todo si le ofrecemos un alimento desconocido o que le resulta desagradable.


Referencia: www.guiainfantil.com

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